Rasurándoselo estaba, despejando los caminos de seda. El ombligo desnudo bailaba, a piernas desembarazadas, abiertas. Sentadas sus nalgas en silla ancha, brotaba jugosa la madriguera. Mirándoselo muy gozosa, después de bien rapada, burlona y desprevenida, hundia su dedo escarbando gozosa. Caderas danzantes, carneo señuelo de sabores, vengo a consumir tu boca baja, seducir tu caoba roja de tempranera caracola. Tus muslos, como la tarde, van de luz a sombra. Azabaches oscuros la envolvían , hoy razos y brillantes oscurecen su orquídea mañanera. Cuerpo de agua, musgo vibrante, de leche nivea y de labio firme. Mi sed, mi ansia, mi camino esputo y turbio. Oscuros son tus cauces, donde la sed eterna babea tibia y transparente su primera bocanada, charco de deseo, pezón que gotea, sudor que escurre, latidos deformados. Muerdo sus senos y me escurro por sus piernas trémulas, le levanto el velo con mis dedos, las miro desde abajo. Tu comisura espera entreabierta, y el cuello se alza ...