Al mirar por la ventana hacia la campiña, mientras la vieja caja de música interpretaba viejas melodías de algún compositor holandés, Vincent descubrió que los trigos estaban más amarillos, y la noche no era negra como lo imaginaba; el azul cobalto se movía en espiral junto con las nubes blancas como si siguieran las melodías de la sonora caja, habían tantos azules que el negro no se podía ver, la luna nueva parecía deshacerse en el calor de la noche, dejando caer una inigualable lluvia de estrella; Los trigales lucían secos, mientras los girasoles dorados parecían danzar con el viento y muchos cuervos volaban intentando atrapar los granos que, al sacudir el viento, volaban produciendo movimientos libres y salvajes....La tierra lucía seca.... preparó las pinturas y retrato la noche.
Sintió tres golpes en su puerta que se perdían entre los sonidos:
-Vincent, Theo se ah ido al templo, ¿quieres acompañarnos?.-Vincent no respondió- ¡¿Vincent?!- la música lo tapaba todo.
Johanna decidió entrar. Vincent pintaba concentradamente, mientras el amarillo de sus pinceles, estaban en su boca y la melodía entraba por sus oídos haciendolo sordo en la vieja habitación. Su rostro lucía apagado y oscuro, su torso estaba desnudo mientras emitía palabras que no se lograban entender. Ella no pudo evitar acercarse a él, mientras le daba la espalda mirando por la ventana. Sus manos se deslizaron por la espalda desnuda, Vincent se recogía haciendo sonar su cuello que era recorrido por las delicadas manos de Johanna...
-Vincent, -volvió a decir; Sus manos bajaban por la espalda y luego giraban para abrazarlo del pecho por la espalda...
En el giro de Vincent , algo incomodo por la situación, bajo la vista recorriendo el rostro, haciendo que sus lagrimas bajaran desde sus ojos, como si las pinturas se escurriesen lavando su cara. La cercanía de los labios de Johanna, lo hicieron acercarse a ella mientras esta temblaba. La mano tierna de Johanna se engarzo en su cuello, mientras que la otra, desabrochaba el largo cuello que cubría su piel, hasta dejar el escote desnudo frente a los apagados ojos de Vincent, mientras sus labios se juntaban y sus largos dedos recorrían la herida que sangraba de su oreja. La otra mano descolgaba su vestido hasta caer al suelo. Vincent, trataba de seguir con la pintura, que ha espirales recogía el azul revolviéndolo con los blancos seniles, mientras la caja musical dejaba de sonar y Johanna se deslizaba por su cintura hasta desabrochar los pantalones, que agitado por su sexo, lo hacía caer en un abismo eréctil de sentimientos enredados, mientras sentía los labios de Johanna recorriendo la delicada piel que cubría su brillante cabeza.
-Espera, la caja dejó de sonar.....
En el temblor de las carnes de Vincent, Johanna levantaba su cuerpo , para germinar los trazos en la fresca pintura, mientras apoyada en el atril, ofrecía sus redondas nalgas al perturbado que veía como sus senos dibujaban y pintaban por él, Vangogh, quien haciéndose a sus caderas, se dejó deslizar entre ellas, para en cada enviste, hacer chocar el cuerpo de Johanna contra la pintura, aplastando los dorados trigales que se retorcían al placer.
Todo se volvió gemido en la habitación, lamentos y jadeos, hasta que por fin la noche y su silencio lo fueron cubriendo todo. Johanna tenía sobre sus delicados senos, azules profundos rodeados de estrellas, en su vientre, los trigales en espiral que lucían aplastados por el deseo y la pasión, escondiendo el secreto más oscuro, de la vistosa pintura; un cielo cubierto de espirales de azul cobalto y blanco zinc, y un trigal que luce desordenado entre ocres amarillos y dorados, mientras los cuervos, huyen de la traición.
Gustab.
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